Como decía mi abuela...

Como decía mi abuela... 
“Como te ves me vi ... Como me ves te veras”

Hoy en  día y gracias a todos los avances tecnológicos como los ascensores de última generación, escaleras y rampas mecánicas, edificios  y casas inteligentes  que pueden controlarse a través de cualquier dispositivo, se ha podido asistir a aquellos que requieren de una asistencia especial para transitar por las habitaciones de su hogar pudiendo utilizar un salvaescaleras para hacer su vida un poco más fácil.



Pero qué pasa con aquellas personas que por alguna temática de movilidad reducida que viven solos, en antiguos caserones  de dos plantas con escaleras y que no tienen ningún medio que los ayude a alcanzar esos pisos de arriba, donde por lo general se encuentran las habitaciones, los baños o los dormitorios.  

Como siempre  les digo, Nada es casual, y siempre el Universo nos pone frente a nosotros alguna experiencia para generar un nuevo aprendizaje y ampliar conciencia y fue así que esta mañana, me encontraba regresando del mercado, súper cargada, con  mi carrito pintoresco que me salva siempre de cargar miles de bosas con las compras para toda la semana.

En este camino de vuelta a casa, como siempre yo toda inquieta y apurada, me topé con una señora que me recordó por edad y apariencia a mi mamá. Ella venía caminando delante de mí,  con su bastón de manera muy lenta y cuidadosa, lidiando  con evitar  hacer algún mal movimiento o  caerse ya que las aceras en nuestra ciudad están bastante deterioradas.

Como terapeuta Psicofísica, y aprovechando venía por detrás, me puse a observarla para ver si podía diagnosticar a simple vista cuál era su dificultad física que le impedía caminar sin la asistencia de su buen amigo el Sr. Bastón.  A simple vista podía verse que su columna y sus piernas estaban totalmente desalineadas, lo cual hacia que sus piernas y rodillas no fueran lo suficientemente  fuertes y estables para caminar o subir cualquier  escalera a paso firme como suelo hacerlo todo el día en mi hogar.

Inevitablemente volvió a mi mente el recuerdo de  mi mama y sus actuales problemas con sus rodillas que siempre le juegan una mala pasada,  la hacen caerse o le impiden, como en este caso muy puntual, conocer el piso superior de mi hogar, o que pueda disfrutar de una hermosa tarde de mates en el jardín de nuestra terraza, todo por el solo hecho de no  tener los medios que la asistan y la ayuden a subir de forma mecánica sin miedo a volver a caerse o que sus piernas no le respondan.


Como moraleja de esta experiencia les dejo el aprendizaje de empatizar con la limitación del otros… porque como decía mi abuela, “Como te ves me vi…. Como me ves te veras” y siempre prevenir es curar.

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