Cuando el viaje hacia la autoexpresión se vuelve un acto valiente de amor propio
¿Por qué a veces
callamos lo que sentimos? Herida de rechazo, autovaloración y su relación con
los conflictos en la comunicación
(fuente de la imágen Pixabay)
Si hay mucho miedo al rechazo, hay baja autoestima, en cambio cuando hay poco miedo al rechazo nuestra autoestima es alta
¿En qué momentos
podemos sentir peligro a que nos rechacen?
Cuando nos expresamos y decimos lo que sentimos, en cambio sí guardamos silencio no hay peligro de sentir rechazo y convertimos
este mecanismo un lugar seguro, en la
zona de confort , en el lugar seguro de
“No expresión”
Entonces al no expresarnos, al no decir lo que sentimos, estamos a salvo, seguros porque no va a haber rechazo, estamos protegidos
Pero al expresar lo que sentimos estamos expuestos a que esa sensación de
rechazo impacte en nuestro ser una y otra vez, ya que Más me expreso: + rechazo, entonces elegimos
no expresarnos para evitar el dolor, el rechazo y la desvalorización
¿Qué dolor estamos evitando al no expresarnos?
Evitamos volver a
sentir ese rechazo y esa desvalorización que grabamos de muy pequeños y es
por eso que el inconsciente trata de cuidarnos de ese trauma guardando silencio.
Es así como la herida
del rechazo se convierte en un eco persistente en nuestras vidas, resonando con
cada oportunidad de abrirnos y compartir lo que llevamos dentro. La necesidad
de protegernos de ese eco nos lleva a construir muros invisibles, barreras que
impiden la conexión auténtica con los demás. En nuestra mente, el silencio se
presenta como una estrategia de defensa: “Si no digo nada, no hay nada que
pueda ser criticado”. Sin embargo, esta estrategia, aunque parece efectiva a
corto plazo, se transforma en una prisión emocional.
La falta de expresión no solo nos aísla de los demás, sino que también nos
aleja de nuestra esencia. Cada vez que nos negamos a compartir nuestros
sentimientos, negamos nuestra propia verdad. Vivimos en un constante tira y
afloja entre el deseo de ser escuchados y el temor a ser rechazados. Esta
dualidad nos lleva a una profunda fragmentación interna, donde el yo auténtico
lucha por salir a la luz, mientras que el yo protegido se aferra a la seguridad
del silencio.
A menudo, los conflictos en la comunicación surgen de esta dualidad. Al no
expresar nuestras emociones, creamos un vacío que puede ser interpretado
erróneamente por los demás. La falta de palabras puede generar malentendidos,
heridas, y resentimientos acumulados. El otro puede percibir nuestra reticencia
como desinterés o indiferencia, cuando en realidad se trata de un mecanismo de
autoprotección. Este ciclo puede perpetuar el dolor que intentamos evitar,
llevándonos a situaciones de conflicto y distanciamiento.
Por otro lado, al comenzar a romper ese silencio, incluso de forma gradual, nos
damos la oportunidad de reescribir nuestra historia. Hablar sobre lo que
sentimos puede ser un acto liberador, un paso hacia la sanación de esas heridas
profundas que el tiempo no ha borrado. A medida que nos atrevemos a compartir,
comenzamos a desafiar las creencias limitantes que nos han mantenido cautivos.
Cada palabra pronunciada se convierte en un ladrillo que derriba los muros del
miedo.
Es fundamental crear espacios seguros de comunicación, donde la vulnerabilidad
sea bienvenida y el rechazo no sea una posibilidad presente. Al cultivar la
empatía y la aceptación en nuestras relaciones, disolvemos el miedo que nos
lleva al silencio. Permitirnos sentir y expresar es el primer paso para
transformar nuestra autovaloración. Al final, lo que más anhelamos es ser
vistos y comprendidos en nuestra totalidad, con nuestras virtudes y nuestras
imperfecciones.
La clave está en entender que el dolor que tememos al expresarnos puede ser una
experiencia pasajera, mientras que el anhelo de conexión humana es una
necesidad vital. Al enfrentar nuestras sombras y permitirnos brillar en nuestra
vulnerabilidad, comenzamos a construir no solo relaciones más auténticas, sino
también una relación más positiva con nosotros mismos. Así, el viaje hacia la
autoexpresión se vuelve un acto valiente de amor propio.
Este proceso de autoexpresión requiere un compromiso
constante con nuestra verdad interior. A menudo, nos vemos atrapados en un
ciclo de autocrítica y miedo al juicio ajeno, lo que nos lleva a silenciar
nuestras voces y ocultar nuestra esencia. Sin embargo, cada vez que tomamos la
valentía de compartir nuestras experiencias, ya sea a través de la palabra, el
arte o cualquier forma de expresión, comenzamos a destruir esas barreras. Este
acto de honestidad no solo nos libera, sino que también invita a otros a hacer
lo mismo, creando un espacio seguro de comunicación donde la vulnerabilidad se
transforma en fuerza.
Además, al abrazar nuestra vulnerabilidad, rompemos la creencia de que solo las personas fuertes pueden ser abiertas y reales. Desde este lugar de autenticidad, comenzamos a cultivar un contexto saludable, donde todos se sienten vistos y escuchados. Esta red de apoyo mutuo no solo enriquece nuestras vidas, sino que también desafía las narrativas sociales que a menudo nos han enseñado a reprimir nuestras emociones.
Por tanto, te animo a que cada día busques esos
momentos en los que puedas expresarte, aunque sea de forma sutil. Puede ser a
través de un diario, una conversación sincera con un amigo, o incluso en una
creación artística. Reconoce tus sentimientos, acéptalos y permítete sentir el
profundo alivio que conlleva exteriorizarlos.
El viaje hacia la autoexpresión
puede estar lleno de temores, pero cada paso que des hacia la luz puede
resultar en un descubrimiento transformador, no solo de tu voz, sino también de
tu valía y potencial como ser humano. La conexión humana florece en esos
momentos de coraje y autenticidad, y es allí donde todos encontramos un sentido
de pertenencia significativo.
Si resonaste con
alguna información de este artículo, te invito a profundizar en consulta
presencial u online. Juntos podremos explorar en profundidad tus inquietudes y
necesidades, proporcionándote un espacio seguro para el diálogo y la
reflexión.
Cada sesión está diseñada para brindarte las herramientas necesarias que te ayudarán a alcanzar un mayor bienestar emocional y personal. No dudes en dar el primer paso hacia un camino de autodescubrimiento y crecimiento. Estoy aquí para acompañarte en cada etapa de tu viaje. ¡Espero verte pronto!
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